Por ahora, he de hacer mención especial a la obra maestra de un maestro de la cocina de nueva generación: Ricardo AKA Piticli.
Ricardo es un tallo de apróximadamente mucha altura y unos cuantos años, mi edad, que en su rubia gloriosidad supo aprovechar los aparentemente inútiles objetos y las sin duda asquerosas sobras para crear algo más allá de los límites de la deliciosidad.
Y todo eso por menos de 30 euros.
No, el hombro del fondo no está incluido en el lote. Ese hombro es mío. He dicho.
Resulta que es hora de hablar de mí ¿no crees, querido lector? Llevas odiándome mucho tiempo por no actualizar, así que te has ganado el derecho a conocer más sobre mí. ¡Felicidades!
Aunque no te lo creas, tengo amigos. Sí, ya sé lo que debes estar pensando..."¿Y a mí qué coño me importa todo esto?" Púes mucho. Te ayudará a entener el por qué de mi desequilibrio mental y eso no tiene precio.
Para todo lo demás, MasterCard.
He de decir que mi mejor amigo es el niño de Ausonia. Ese al que ahora todo el mundo dice "Vámonos de FIEFTA" en un burdo intento por burlarse de él. Pero yo sé la verdad y por eso le quiero.
Luego está Shady. La pobre es un poco tonta, tiene sus cosas y pegarle patadas en la espinilla es lo más divertido que he hecho en toda mi vida. Con ella viene mi hijo Juanjo y con él Juan. Así es mi vida, llena de jotas.
Te preguntarás si de verdad pienso soltarte todo el rollo...púes no, no lo voy a hacer.
Porque el rollo termina pronto, apreciado lector. Mis amigos son tantos y tan variados que para nombrarlos necesitaría mucho más que una entrada. Así que, por hoy lo dejaremos aquí y mañana, tal vez, me apetezca hablarte sobre más amigos míos.
Mírame, lector, hago cosas. Cosas como dejar el blog tirado siglos y volver ahora.
En mi defensa diré: Menéame, menéame, menéame, menéame...
En fin...como a todos nos pasa alguna vez, he tenido un gatillazo humorístico. No hay nada que se me ocurra capaz de hacer reír a nadie hoy. Así que...
¡Nos vemos mañana!
PD: Ay Piticli bonico, Piticli, ay Piticli, ay Piticli bonico.